Carolina García Washington
La tasa de VIH entre las mujeres afroamericanas que viven en determinadas ciudades de Estados Unidos es la misma que la de algunos países de África, según ha concluido un estudio presentado este jueves en la Conferencia de Enfermedades Infecciosas por el Instituto de Ciencias Sociales (ISIS por sus siglas en inglés).
Durante el año que duró la investigación, un 0,24% de las mujeres dio positivo. Esta tasa es cinco veces superior a la estimación que hizo el Centro de Prevención y Control de Enfermedades (CDC por sus siglas en inglés) sobre las mujeres negras en 2010 y son cifras comparables a las tasas de VIH que se dan entre la población general de muchos países subsaharianos como la República Democrática del Congo (0,28%) o Kenia (0,53%).
Carlos del Río, principal investigador del estudio, sostiene que el 60% de los casos que se dan en EE UU se concentran principalmente en 10 ciudades (entre ellas Baltimore, Nueva York o Washington) y, que al contrario de lo que mucha gente cree, “esta enfermedad no está ni mucho menos erradicada aunque mucha gente en este país lo crea”. “Es una epidemia concentrada, la enfermedad de los olvidados”, asegura.
La investigación incluyó a 2.099 mujeres entre 18 y 44 años que nunca se habían hecho una prueba de VIH. “Treinta mujeres descubrieron durante el estudio que eran seropositivas”. El 88% de las participantes era afroamericana y el 12% restante era latina.
“Estudiamos a mujeres sin recursos, sin trabajo y con problemas de violencia doméstica. Son personas que aunque sean portadoras del VIH no tienen tiempo para ir al médico”, asegura el investigador. La pobreza, la inseguridad, la falta de alimento y el consumo de drogas son factores de alto riesgo. “Hay mujeres que me han mirado a los ojos y me han dicho: ‘Vale, tengo un alto riesgo de ser seropositiva, pero tengo el mismo riesgo de que me peguen un tiro”, añade Del Río.
Para este experto no vale tan solo con proporcionar información sobre el VIH y repartir condones. “Se necesita proporcionar un mejor acceso a la atención médica, mejorar los tratamientos antidroga, crear empleos en estas zonas y, sobre todo, educar. Vamos a necesitar un liderazgo audaz que consiga hacer algo distinto a todo lo que se ha hecho hasta ahora.”, se lamenta Del Río.
La estrategia fundamental para combatir este problema sería actuar en los focos de población con el mayor número de afectados, sostiene el informe. «No dejar de lado a las personas por su estatus económico o social”, concluye este investigador.