El Centro Europeo de Control de Enfermedades duda que, de momento, el medicamento deba administrarse a varones

Emilio de Benito Madrid

Cuatro años después de que empezaran las campañas de vacunación contra el virus del papiloma, la iniciativa –muy polémica en sus comienzos por lo caro del medicamento y por algunos supuestos efectos adversos que posteriormente se descartaron- gana fuerza entre los expertos. El Centro Europeo de Control de Enfermedades (ECDC por sus siglas en inglés) ha emitido hoy un informe en el que se lamenta de la baja cobertura que todavía tiene esta vacuna en los 19 países estudiados. Y afirma que no hay dudas respecto a su seguridad.

En España, la vacunación de las niñas no es uniforme, ya que las edades varían entre comunidades. Pero la idea es unificarlas y que llegue a todas. El ECDC aconseja vacunar a todas “entre los 10 y los 14 años, antes de empezar a mantener relaciones sexuales”.

La vacuna del papiloma (hay dos en el mercado, una contra dos tipos y otra contra cuatro) previene el cáncer de cuello de útero y otros ginecológicos, que se deben al virus. Cada año se producen unos 30.000 casos en la UE, y mueren 15.000 mujeres. En España, sin embargo, la mortalidad es mucho más baja (667 casos en 2010, según el Instituto Nacional de Estadística), entre otros motivos porque los programas de cribado (la citología o prueba de Papanicolau) están muy extendidos. De hecho, la agencia sanitaria de la UE insiste en que la vacuna no elimina la necesidad de estos controles (para empezar, las inmunizaciones son solo contra unos pocos de los 150 relacionados).

El centro de enfermedades también entra en el último debate sobre esta vacuna: si debe darse también a niños. “Pese a los beneficios, los modelos económicos actuales muetsran que incluir a los niños en los programas de inmunización no parece que sea coste efectivo. Sin embargo, este asunto puede retomarse cuando haya más datos y, sobre todo, si las vacunas se abaratan”, afirma el organismo. De hecho, la idea de vacunar a los varones es doble. Por un lado, para protegerles a ellos mismos de cánceres buco-faríngeos, del pene y anales. Por otro, para que no sean vehículo de transmisión a mujeres. En EE UU, de hecho, se ha aprobado para niños.