Exguerrillera, divorciada, con dos abortos declarados y bisexual, la nueva Ministra para la Política de las Mujeres del gobierno de Dilma Rousseff, Eleonora Menicucci, de 68 años, que tomó ayer posesión de su cargo, es una mujer de armas tomar, sin pelos en la lengua.

Ministra Eleonora Menicucci
Horas antes de tomar posesión de su cargo, el grupo de diputados evangélicos del Congreso, pidió su cabeza. El diputado Eduarco Cunha, del partido gobernista, PMDB llegó a decir que Menicucci, más que a nuestra era debería pertenecer a la de “Sodoma y Gomorra”.
La nueva ministra, tomó posesión al lado de la Presidenta Dilma, su compañera de cárcel y de tortura durante la dictadura militar. Recordando a las compañeras y compañeros “que habían dejado su vida en la lucha contra la dictadura”, se le hizo un nudo en la garganta y mientras se tragaba las lágrimas, fue largamente aplaudida.
A pesar de que el tema de la liberalización del aborto sigue siendo un tema tabú en Brasil por la presión tanto de la Iglesia Católica como de las Evangélicas, que casi le costó a Dilma perder las elecciones, Menicucci, doctorada en Sociología, feminista declarada, no se ha ido por las ramas: “El aborto no es un problema ideológico, sino de salud pública”, ha dicho con todas letras, dando a entender que aunque la decisión de la liberación del aborto pertenece al Congreso, tendrá en ella a una clara defensora. “Mi lucha por los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres y mi lucha para que ninguna mujer en este país muera por muerte materna, no hace más que fortalecerme”, ha afirmado en su primera declaración como ministra
Ministra polémica y sin miedo. A una amiga suya comentó estos días: “Imagínate si voy a tener miedo a defender mis ideas después de lo que pasé en manos de los militares”. Y fue mucho: cuatro años de cárcel, torturada durante 72 días, y lo más tremendo: “A mi hija de un año y ocho meses la torturaban ante mis ojos”, recuerda, y comenta: “Fue ese el momento en el que entendí, con 26 años, la importancia de la maternidad en la mujer”.
Lo nuevo de esta ministra coraje, de esta ministra sin difuminados diplomáticos, es que no le ha importado contar el itinerario del descubrimiento de su cuerpo y de su sexualidad y del uso que hizo de ambos. Dice que descubrió durante la lucha armada, en la que asaltó bancos y supermercados para financiar a su grupo, cómo la izquierda es machista. “Ellos se acostaban con todas. Nosotras sólo podiamos hacerlo con los de nuestra célula”.
Critica que a las mujeres casi nunca les daban cargos de mando. Ella fue una excepción “pero porque me travestí de hombre”. ¿Cómo? “Adquirí actitudes masculinas y además sabía disparar”.
A su hija, nacida durante la clandestinidad, se la llevaron los militares. La veía sólo cuando la torturaban. “Delante de mi marido no lo hacían. Sólo conmigo”.
Junto con la hoy Presidenta Dilma, desilusionadas con la actitud machista de los compañeros, crearon en la cárcel un “grupo de reflexión” en el que descubrieron el feminismo, que sería a partir de entonces, el gozne de su militancia política.
Al salir de la cárcel se unió a un grupo de feministas de Belo Horizonte. “Eran todas lésbianas, pero era el único grupo feminista de entonces”, explica. A partir de ahí, toda la lucha de Menicucci tanto en la Universidad como en su trabajo político fue a favor de la defensa de los derechos de la mujer, entregada de cuerpo y alma al feminismo.

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“En la cárcel hice mis primeras experiencias sexuales con mujeres. Yo era muy libertaria. Iba también con los hombres” explica, y recuerda que no tenía problemas con su marido, hoy su ex marido y gran amigo, porque también él “era un libertario en materia de sexualidad”.
Madre de dos hijos, dice “Soy abuela de una niña engendrada por inseminación artificial en la madre lesbiana”. En su lucha contra la violencia realizada con la mujer creó grupos para enseñar a las violadas, a abortar “por aspiración”. Se había entrenado en Colombia. Se queja de que en su célula de ultra izquierdas, de lucha armada “todos te espiaban”, porque eras mujer. “Y yo quería vivir mi intimidad, mi sexualidad en paz”, porque además, afirma “eso del deseo y del placer fue siempre algo libertario para mi, por lo que era muy criticada dentro de la izquierda”
No olvida, sin embargo, que a pesar de todas sus críticas a la izquierda en la que militó, no puede dejar de reconocer que fue esa izquierda “quién nos liberó de la tiranía de la dictadura”.
Evangélicos y católicos, conservadores y políticos tradicionales podrán criticar la libertad de esta mujer sin miedo a sus palabras. Una cosa, sin embargo es cierta: nunca las mujeres en Brasil han tenido una mujer con más garra para defender sus derechos. Y la ha nombrado Dilma. Y si hay alguien que conocía a Menicucci, cómo es, lo que piensa y cree, es ella, compañera de tortura y de tristes recuerdos sombríos de terror.

DilmaEleonoraDilma Rousseff y Eleonora Menicucci